martes, 24 de agosto de 2010

Proceso del trabajo narrativo.

Al ver los procesos de trabajos narrativos que presentaron mis compañeros, noté que el mío no detallaba demasiado cómo había sido cada uno de los pasos que seguí y tampoco expliqué en demasía cómo me sentí al avanzar en él.
Por tal motivo en este espacio pretendo profundizar cómo fue el proceso de mi trabajo.
En primera instancia decidí el género. Como mi fuerte no es la ficción me incliné hacia la crónica.
El siguiente paso era saber sobre qué iba a escribir. Debo reconocer que no me fue fácil encontrar un tema que me interese y del que además pueda en mis tiempos libres ocuparme. Pasé semanas pensando la temática para mi trabajo, realmente me preocupaba no hallar UN tema. Incluso charlé con gente ajena al proyecto para que me ayuden, millones de temas me sugirieron. Entre ellos, un viaje en tren. Al escuchar esta sugerencia, mi mente no dudó. La descarté. El tren es algo muy común, viajo siempre en él, no hay nada que me atrape allí.
Una de esas tantas veces en las que viajé, me tocó hacerlo sola. Ningunos de mis amigos que viajan conmigo todos los fines de semana de todo el año viajó aquel día. Y fue ahí cuando mi cabeza recordó aquella sugerencia: viaje en tren. No estaba segura de que sirviera, pero nada me costaba tomar unas notas de aquel viaje. Eso fue lo que hice, saqué mi anotador y sin darme cuenta las páginas del mismo se fueron llenando de palabras, frases, lugares, etc. Nunca pensé que un viaje en tren podría ocupar tanto espacio en mi cuadernillo.
Definitivamente, ese era el tema del que quería escribir. Una vez seleccionado, compilé todos los datos; Varias veces, ya que antes del trabajo final muchos bosquejos se fueron al tacho. Si bien algunas cosas del trabajo terminado me "hacen ruido" estoy conforme. Salió algo de lo que pensé que no podría salir absolutamente nada.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Invierno sobre rieles...

Las agujas del reloj marcan las 8:00, el noticiero anuncia tres grados y la temperatura de mi cuerpo lo confirma, desayuno, hago unos trámites y me encuentro dispuesta a tomar el tren "Sarmiento", como no confío en el buen funcionamiento del mismo, llamo a la estación para saber si viene a horario, el mismo sería 09:20. Quien responde mi llamado me informa que hay una hora de atraso hasta el momento, me pide que en todo caso llame más tarde. Eso es lo que hago; 09:40 vuelvo a comunicarme: "el tren salió de Bragado hace un ratito, venite tipo 10:45 aproximadamente" A esa hora me encuentro en la estación, apoyada en la pared del único lateral del edificio donde da el sol, allí nos amontonamos la gran mayoría de los pasajeros para resguardarnos del viento y el frío, que por cierto se hacen sentir.
11:20 por fin el tren llega a la estación Suipacha, subimos apresurados, como si pudiéramos recuperar el tiempo perdido (por suerte hice un cambio de horario en el trabajo para entrar más tarde).
Empiezo a buscar asiento y trato de que en lo posible sea del lado izquierdo en la dirección que va el tren porque por esas ventanillas ingresa el sol, pero no lo consigo: el señor recostado en el asiento, la señora que de acompañante "sentó" todos sus bolsos, gente, gente y más gente. Resignada, decido sentarme del lado derecho del vagón, quito el polvo que cubre mi lugar y deslizo mi cuerpo allí. Pienso en las palabras de mi abuela al salir de su casa "¡Seguro tiene calefacción el tren nena!" ¡Mi vida! todavía cree en los reyes magos...
Delante de mi lugar viaja una pareja con dos niñas, una de ellas muy inquieta, la otra se nota que es la mayor y se mantiene juiciosa en su lugar. A mi izquierda, un chico con varios bolsos y un señor de contextura bastante grande, pienso que los dos no cabríamos en su lugar cómodamente.
Unos lugares más atrás, una pareja con capacidades reducidas. Él habla por celular en un tono bastante elevado de voz: "Estamos saliendo, ahí pitó el tren, ¿Escuchas? Ahí pitó de nuevo, ya estamos en la estación". Supongo que alguien los esperará en su estación de destino.
Arranca por fin la locomotora y luego de unos minutos aparecen los guardas pidiendo boletos, le pido que me venda por favor uno "Suipacha - Once"; son $15. Le pago, me da mi pasaje y sigue su camino.
Próxima estación: García. Es un pueblo pequeño, poco habitado; Me arriesgo a decir que sólo sus habitantes y los que por este camino férreo viajamos los conocemos. Intuyo que nadie bajará allí, no me equivoco.
Nos acercamos a Mercedes y tengo la esperanza de que alguna de las personas del bendito lado izquierdo descienda pero nadie se mueve de su lugar. Miro por la ventanilla para distraerme pero el paisaje no es muy entretenido, todo es campo y de vez en cuando aparece una casa. No hay nada que cautive mi atención.
Durante el viaje, circulan por el pasillo varios vendedores: "el chico de las estampitas",el señor que vende alfajores: "tres por dos, son tres alfajores dos pesos", más tarde el mismo aparece ofreciendo el "encendedor - linterna a solo $3", luego el señor no vidente con sus galletitas y chocolates; el famoso carrito de "sándwiches - bebidas". Cada uno de ellos va y vienen de la locomotora hasta el final del tren ofreciendo mercaderías muy variadas.
Nos estamos aproximando a Luján y sé que si aquí no baja nadie es muy probable que continúe en este frío asiento hasta Once, hay otras estaciones en el medio de ese trayecto pero dudo que alguien descienda.
¡Lujan!: nadie se mueve, hasta que "el chico de los bolsos" ve el cartel de la localidad, toma rápidamente sus cosas y baja. ¡Bingo! me paso a su lugar que es mucho más cálido que el mío, aquí sí me llega el calor del sol.
El señor que viajaba atrás mío se dirige en dirección a la locomotora y después de unos minutos regresa con el guarda, quien se acerca a la calefacción y con asombro expresa:"No anda, qué raro, me dijeron que en sólo un vagón no funcionaba", y moviendo la cabeza de un lado a otro se retira, sin dar solución alguna.
Algún que otro pasajero se dirige al baño a fumar, ya que dentro del vagón hay carteles que lo prohíben.
Observo las personas que viajan y pienso que si quisiera clasificar el tipo de gente que habitualmente usa este transporte no podría hacerlo; toda clase de pasajeros veo aquí.
Son las 13:22 y estamos pasando Haedo. Aquí el paisaje cambia, se nota que estamos en una zona urbana. Ahora sí veo edificios, casas, gente y la línea de tren eléctrico, el famoso TBA. Me asombro al ver cómo viaja la gente en aquel transporte, ingresan a presión. ¡Y pensaba que era yo la que estaba viajando en pésimas condiciones! Una vez pasada esta ciudad en el tren se vive un cierto revuelo, todos comienzan a tomar sus pertenencias porque saben que se aproxima el destino final.
Arribamos a la estación de once a las 13:50. Al bajar vuelvo la vista atrás y observo el tren que se ha convertido en mi transporte habitual, pero que hoy me ha permitido vivir y reflejar en papel una experiencia diferente que me hace sentir que valió la pena esperar por él en esta mañana de invierno.

lunes, 9 de agosto de 2010

Semana del 26/07

Avance en la lectura del libro elegido.
Reescritura de la crónica, revisión de tiempos verbales, sinónimos, puntuación.

jueves, 5 de agosto de 2010

Trabajo narrativo. Crónica parcial

El noticiero anunciaba tres grados y la temperatura de mi cuerpo lo confirmaba, desayuno, hagó unos trámites y me encuentro dispuesta a tomar el tren "Sarmiento".Como no confío en el buen funcionamiento del mismo, llamo a la estación para saber si viene a horario, el mismo sería 09:20 am. Quien responde mi llamado me informa que hay una hora de atraso hasta el momento, me pide que en todo caso llame más tarde. Eso es lo que hago, 09:40 am vuelvo a comunicarme: "el tren salió de Bragado hace un ratito, venite tipo 10:45 aproximadamente" A esa hora me encuentro en la estación, apoyada en la pared del único lateral del edificio donde daba el sol, allí nos amontonamos la gran mayoría de los pasajeros para resguardarnos del viento y el frío que por cierto se hacen sentir.
11:20 am por fin el tren llega a la estación Suipacha, subimos apresurados, como si pudiéramos recuperar el tiempo perdido, por suerte hice un cambio de horario en el trabajo para entrar más tarde.
Empiezo a buscar asiento y trato de que en lo posible sea del lado izquierdo en la dirección del tren porque por esas ventanillas ingresa el sol, pero no lo consigo, el señor recostado en asiento, la señora que de acompañante "sentó" todos sus bolsos, gente, gente y más gente. Resignada, decido sentarme del lado derecho del bagón, quito el polvo que cubre mi lugar y me siento. Pienso en las palabras de mi abuela al salir de su casa "¡Seguro tiene calefacción el tren nena!" Mi vida, todavía cree en los reyes magos.
Delante de mi lugar viaja una pareja con dos niñas, una de ellas muy inquieta. La otra es màs grandecita y va juiciosa. A mi izquierda, un chico con varios bolsos y un señor de contextura bastante grande, pienso que los dos no cabríamos en su lugar comodamente.
Unos lugares más atrás, una pareja de discapacitados van hablando por teléfono en un tono bastante elevado de voz, él dice:"Estamos saliendo, ahí pitó el tren, ¿Escuchas? Ahí pitó de nuevo, ya estamos en la estación" Supongo que alguien los esperará y por eso la comunicación.
Arranca por fín la locomotora, luego de unos minutos aparecen los guardas pidiendo boletos, le pido que me venda por favor uno "Suipacha - Once" son $15, le pago, me da mi pasaje y sigue su camino.
Próxima estación: García...CONTINUARÈ PASÁNDOLA Y REALIZARÉ MODIFICACIONES EN LOS PRÓXIMOS DIAS.

Notas (reescritura)

"En el mar " Chejov.

¡Tantas historias se pueden dar en el mar! aquellas que vemos y las que no vemos pero podemos imaginar, aún sin haber navegado nunca. Creo que es un lugar que puede despertar nuestra imaginación. Y me pregunto si aquellas personas que sí navegan, que viven practicamente en el mar, se detienen , salen de esa cotidaneidad y hechan a volar su imaginación.
En este caso, el relato está narrado en primera persona.
Se da una sucesión de acciones, todas ellas transcurren en una noche, bajo la unidad temática del mar, la vida del marinero y la aventura de aquel día en particular.
Durante el proceso de la lectura vamos percibiendo el final por los datos que el narrador nos da implicitamente, al menos esto me ocurrió a mi. Cuando se inició el desenlace del cuento pude ir imaginando como era el final,que es en cierto modo abierto porque pienso que a otra persona el mismo relato pudo hacerle imaginar un final diferente.

"La forma de la espada" Borges.

Un cuento de dificil comprensión con una única lectura. El narrador cuenta una historia en tercera persona para, al final reconocer que esa tercera persona era él. Excelente estrategia que al llegar al final del cuento nos invita a volver a leerlo. Aquí hallamos dos historias, que nos confunden, se narra un problema de modo anecdótico que atrapa al lector. El narrador interactúa con el autor.

"¿Por qué no bailan? " Carver.

¿Bailar?¡Si! ¿A donde vamos? ¿Eh? ¿A un remate? Jajaja...
Este título nos permite pensar en muchas cosas antes de leer el texto, me imaginé tantas situaciones que podían contarse en el relato, pero ninguna fue acertada. Todas las que pensé se desarrollaban en lugares donde es frecuente bailar, pero nunca hubiese relacionado el título con el contexto en el que se da esta situación de baile.
En un instante se da una sucesión de acciones que sorprende. Algo tan simple como un remate o venta de muebles, electrodomésticos, etc. se desnaturaliza totalmente y atrapa al lector introduciendo situaciones nuevas en esta tan común.
El final es muy abierto, uno puede pensar que la chica cuenta la historia como anécdota, burlándose del viejo o porque realmente éste causó algo especial en ella que hace que lo comente con más gente, etc.